Hoy me acorde de mi abuelita, no es que no me acuerde de ella normalmente pero hoy lo hice especialmente. Recordé sus manos, lo suave que era su piel y lo que me gustaba tocárselas y la recordé porque toque las manos de mi madre y sentí esa misma sensación. Ahora mi madre es la abuela, ella también tiene unas manos suaves y tiene ese calido calor y ese olor a flores mezcladas con ternura y amor.
Mi abuelita o mejor dicho mis abuelitas eran únicas. Podría contar miles de anécdotas sobre ellas. La de mi mama por ejemplo la recuerdo con su mandilito gris a rayas, su vestido marrón siempre por un habito que llevaba como promesa, su pelo negro recogido en un moño y sus ojos almendrados y brillantes. Recuerdo que siempre tenía dulces y bollos guardados en el aparador y las merienda cenas que nos preparaba. Iba y venia a la cocina trayendo platos con chorizo, queso, jamón. Nunca faltaba una gran ensalada agua y vino en la mesa y un trocito de tocino blanco salado para mi abuelo que gustaba de acompañar con una rebanada de pan de hogaza. Curioso detalle si supierais que mi abuelo no tenia ni un diente en la boca, tenia una dentadura postiza que le hicieron y que solo se puso una vez o dos para salir en una foto y aun así le veías como con una navaja partía un trozo de tocino, un trozo de pan y se lo metía en la boca, dándole vueltas y vueltas hasta hacerlo viable para tragar. Su encia era ya tan dura que parecían dientes.
Después de cenar mi abuela recogía con ayuda de mi madre y la mía, los chicos no se movían de la mesa y sacaba entonces una bandeja llena de bollos, pastelillos y pastas y de su mandil por arte de magia aparecía una tableta de chocolate. Eso hacia las delicias de mis hermanos y mía. Pero aun había, siempre había un momento un ratito antes de irnos en los que mi abuelita nos llamaba a la cocina a hurtadillas, y allí volvía a meter la mano en su mandil y sacaba un billete que siempre doblado en cuatro, nos lo ponía en la mano y nos decía. Para que os compréis lapiceros o alguna cosita, pero que no se entere el abuelo. Nosotros salíamos con nuestro secreto y una sonrisa de oreja a oreja pensando en que gastaríamos ese dinero. Mientras veíamos a nuestra madre ir sacando los abrigos o recogiendo lo que hubiera por medio para poder marcharnos.
Hoy me acorde de mi abuelita, si, mi madre me la recordó cuando toque sus manos sedosas y al besarla me olio a flores envueltas en ternura y amor. Me la recordó cuando les saco después de comer una tableta de chocolate a los niños. .Me la recordó el brillo de sus ojos almendrados, incluso su mandil que parece una caja de sorpresas. Algun día no muy lejano yo seré la abuelita y espero y deseo tener las suaves manos y el perfume de las abuelitas de esta familia.
Isaboa
Isaboa
Felicidades Isa!! me gusto mucho lo que escribiste de tu abuelita, ellos son ternura todo amor, y tienen ese no se que tan especial , al leer recordé a mis abuelitos que ya no los tengo, recordaba su fresca fragancia, sus comidas con sus sabores tan particulares, es como que la abu cocina mas rico jajja, y ellos hasta suelen ser cómplices de sus nietos. SON SERES ESPECIALES LLENITOS DE MUCHO AMOR.. Besito cariño.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarBella y nostalgica esta magnifica prosa.
Además describes con poesía los ciclos de la vida.
Mis felicitaciones
MUY BONITO
ResponderEliminar